Tuesday, June 05, 2007

Renacimiento

Me persigue. Me rodea. Me asusta.
Me corta el aliento.
Me seduce con su oscuridad infinita.
Me tienta a cerrar los ojos y no pensar.
Siente. Escucha. Abandónate.
Me asegura que es mejor así
y yo quiero creerlo.
Es más placentero no abrir los ojos,
tan solo dejarse llevar.
La oscuridad.
Ella me envuelve en su manto de terciopelo.
Oh, dulce compañera...
Sería tan fácil dejarme rodear por ti.
Calmar mis miedos.
Suavizar mis latidos.
Mi corazón putrefacto ya no quiere nada,
solo desea resguardarse bajo la cálida manta.
Yo le dejo.
Por unos instantes prueba

ese intrigante placer de verse invadido
por la serenidad plena.
Pero no más.
La noche absoluta se aleja.
Desentrelaza los lazos atados a mi alrededor.
Mi corazón apesadumbrado debe moverse.
Por mi, para mi.
Es entonces cuando la luz cegadora me atrapa.
Mis ojos se abren de nuevo.
Y vuelvo a la vida.



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