Tuesday, October 18, 2005

El claro del bosque


No llueve, ni siquiera es un día oscuro, las ramas de los árboles no se balancean en un siniestro baile de muerte y creo...no, sé que eso consigue que me sienta peor. Estoy junto a mis amigos cuando aparecen unos hombres llevando el ataud, tu ataud, y noto como uno de ellos me coge de la mano con insistencia cuando el cura al que habra pagado tu familia empieza a hablar de lo perfecto que eras, lo cual no es cierto, nunca fuiste perfecto, pero, ¿sabes?, eras tu, ese que me ponia histérica con su testarudez y su genio y el mismo capaz de hacerme el amor con tanta ternura y devoción que conseguia que con solo una mirada saltasen todos mis esquemas.
¿Te acuerdas de como nos conocimos?, si, por supuesto que si, siempre me lo recordabas, maravillado de la increible coincidencia que hizo que nuestros caminos se cruzaran, y no deja de ser irónico que haya sido en ese mismo sitio, en una noche muy parecida a aquella hace tantos años, que te haya perdido para siempre.
Ya han tapado tu ataud con tierra y el cura esta acabando su típico speech acerca de lo perfecto que eras, je!, si te hubiese conocido....me pregunto cuantas veces a la semana hará esto por dinero, me pregunto si esa cantidad de billetes valdrá la pena por ver los rostros de las personas, abatidas por la tristeza, lo pienso por un momento y creo que no vale la pena, aunque lo cierto es que el cura no te conocia a pesar de estar ensalzándote como a un dios, pero yo sí, yo te conocia, me sabia practicamente todas tus estúpidas manias que llegue a disfrutar como una parte alocada y si, tierna y desconocida de ti, asi que mi conclusión es que quiza al cura no le importe hacer esto todas la semanas por dinero mientras no conozca a la persona que se haya muerto.
Muerto, pienso en la palabra, en el significado que encierra, y no me gusta, porque significa que no te voy a volver a ver saltando de tu moto sonriendo como un niño, ni que me voy a despertar por las mañanas y voy a saber que aún estás dormido por el suave cosquilleo de tu aliento en mi oreja y eso es triste, más que triste de hecho, porque he conocido la tristeza y no dolia tanto, no físicamente no como me está doliendo aqui y ahora mientras miro como tu madre deposita una rosa en la tierra encima del ataud, ¿Es qué no sabe que odias las rosas, que muchos días me enviabas a la oficina girasoles diciendo que te encantaban por ser tan alegres?, me entran ganas de levantarme y darle un patada a la maldita rosa, pero en vez de eso, me libero de la mano que me tenia cogida con delicadeza, me levanto y me doy la vuelta; no te doy la espalda, es solo que ahora no puedo, no con toda esa gente, no con esa estupida flor puesta encima tuyo.
Comienzo a andar más deprisa, consciente del par de personas que me siguen, ¿Es que no comprenden que quiero estar sola?, sola, sin ti, ese pensamiento hace que un escalofrio me recorra por el cuerpo y me deje la piel de gallina.
Empiezo a correr, primero lentamente luego con toda la energia que tengo dentro, aún sabiendo que llevo tacones y que acabare haciendome daño,¡y que más da!, ¿Más daño que el que ya siento?, no lo creo, nada se asemeja al daño que siento fluye dentro de mi; me paro, jadeando, mientras me doy cuenta, mirando alrededor de que me he metido en la profundidad del bosque, mi vestido está sucio y tiene un desgarrón en la costura de la derecha pero eso no importa, ahora ya no.
Creo que estoy empezando a asimilar que te has muerto y por eso el dolor se está intensificando y apenas puedo respirar; mi mirada se enturvia poco a poco hasta que ya no puedo más y dejo escapar un ahogado sollozo al tiempo que mi rostro se cubre de densas y calientes lágrimas.Alli, en el claro de un bosque al que no se como he llegado a parar, rodeada de hojas pardas y anaranjadas que anuncian la próxima estación, el otoño, tu preferida, acepto por primera vez que no vas a estar para verlo, para ver conmigo los cambios que se manifestaran en poco tiempo, y en ese tiempo yo aún no te habré olvidado y sé que jamás te olvidaré, se que con los años tu recuerdo me dolera cada vez menos, pero cada año, en otoño, volveré aqui, a este claro del bosque, porque es aqui donde derrame todas mis lágrimas por ti, donde comprendí que te había perdido para siempre.

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